Entrevista a Dabiel Aragonés en Arte-Factor

ARTE-FACTOR
17/12/2018




Estuve en la presentación de «Efialtes», del autor Daniel Aragonés, el 8 de noviembre en Madrid y me sorprendieron varias de las cosas que escuché allí. Sobre todo por haber leído el libro antes de su publicación. Bastante antes de que viera la luz del día. Ya entonces me encontré con una novela impresionante, de lectura fácil e ideas complejas, que te hacen necesario pensar después de leer. Pero ahora, después de ver la edición, creo que la obra ha quedado perfecta.









En la presentación se habló de la dificultad de diferenciar realidad de ficción. La complejidad para diferenciar el horror cuando al que llamamos «mundo real» puede ser más terrorífico que cualquier ficción. ¿Te sugiere más un viaje entre realidad y ficción, o entre varias realidades?

Incluso entre irrealidades. Y ahí lo dejo (jajajaja).

¿Crees realmente que «Efialtes» es tan sádico como han comentado algunos de tus lectores?

Es evidente que el personaje de La Bestia siente excitación infligiendo dolor. En este caso estoy hablando de la parte sangrienta de la obra, esa primera capa que intenta causar asco en el lector, pavor, ganas de cerrar el libro. Sin embargo, si trasladamos estos fragmentos de la obra al mundo real, resulta mucho más sádica aún, porque ridiculiza al ser humano y su doble moral. La obra puede llegar a ser mucho más salvaje de lo que parece. Y también lo dejo ahí (jajajaja).

Comentaste, junto con Lucas Albor, que la gente se ve abrumada por la violencia en una obra literaria. Pero que, sin embargo, son capaces de ver atrocidades en el telediario mientras comen cada día. ¿Dónde se encuentra la línea imaginaria del verdadero terror?

No existe tal línea. El terror es una parte más del sistema que nos rige, dentro y fuera de nuestros cuerpos. Desde la educación, pasando por las leyes y acabando en el mundo de los tabús, traumas y deseos. Cada uno se maneja en su frontera. Lo que para mí es un acto normal, cotidiano, para otro puede una prueba vital, un reto, el mayor logro de su vida. El terror es una sensación única y contagiosa.

No hay nada más terrorífico que el sonido del despertador en un día de trabajo. ¿Es posible que la gente proyecte sus temores hacia cosas que parecen más inverosímiles para no volarse la tapa de los sesos un lunes?
Solo se me ocurre algo peor: un despertador con una motosierra (jajajaja).

Esta novela puede llegar a resultar inquietante o siniestra leída de noche. Me hizo mucha gracia el hecho de que hubiera personas que fueran incapaces de meterle mano en la oscuridad. Supongo, por supuesto, que recomendarás a tus lectores que la lean de noche.
De noche, en un andén de tren, solos, sentados en un banco de metal, encogidos por el frío y atemorizados ante sus propios demonios.

¿Qué sensaciones crees que podrá tener el lector con «Efialtes» entre las manos?

Todo depende de su capacidad de síntesis. Algunos encontrarán un texto existencialista y acabarán pensando en los problemas de una sociedad enferma como la nuestra. Otros disfrutarán con su dosis de dopamina. Y los más enfermos y sádicos lo gozarán imaginando y ahondando en los misterios que planteo. Efialtes es asfixiante, retorcida, salvaje, infernal.

Háblanos un poco de tus referentes en la literatura de terror.

La literatura weird es lo que más me inspira. En especial Lovecraft y su obra relacionada con Los Mitos de Cthulhu. Sin aquellas lecturas no habría explorado lo suficiente, estoy seguro.

Soy un enamorado del mal atávico. Autores como Machen, Meyrink y El golem, Bierce, Crowlin, Chamber y El Rey de Amarillo, Palanhiuk y su demoledora manera de narrar, Las ratas de Herbert. Una de mis obras fetiche es La guardia de Jonas, de Jack Cady. Pero hay muchos autores a los que suelo recurrir y otros tantos por descubrir.

En estos momentos, por acotar un poco, busco obras atrevidas, surrealistas, y dotadas de un estilo fresco y novedoso. Editoriales como El transbordador y OrcinyPress forman parte de mi dieta mensual de títulos.

Como referentes nacionales podría nombrar a David Roas, David Jasso, Pilar Pedraza, Miguel Córdoba, Jesús Gordillo, Alejandro Castroguer, Darío Vilas. Por citar algunos.

Hace algunos años publicaste «La otra realidad», con tres relatos de terror. ¿Qué diferencias encuentras entre aquel trabajo y «Efialtes»?
No tienen nada que ver. En primer lugar está la forma de narrar y mi evolución como autor. La temática no es ni parecida. Por aquel entonces utilicé el terror para descomprimir, dejando un lado la crítica social más extrema y centrándome cien por cien en el género. Fue un experimento personal más que otra cosa. No obstante, salió muy bien y los lectores hablan maravillas de la antología.

Efialtes es mucho más profunda y elaborada. El mapa de contenidos es amplio. El estilo es rápido, cargado de frases lapidarias. Surrealismo sádico la define a la perfección.

Quien siga tu obra ya sabrá de sobra que no eres un autor de género. Aun así, tus novelas están conectadas por denominadores comunes de oscuridad y humor. Una puñalada tras otra hacia la sociedad que te rodea y al género humano. ¿Están siendo pasos hacia una oscuridad aún mayor en tu literatura?

Puede ser, aunque eso es algo que no voy decidiendo, ocurre solo, y la vida tiene mucho que ver en todo esto. Solo puedo decir que mis próximas publicaciones están cargadas de surrealismo en racimo, violencia y mucha filosofía. Sátiras weird.

¿Vas a publicar más material de terror próximamente?

Existe una precuela de Efialtes que puede responder a la pregunta anterior, ya que ahonda en el tema de la muerte como tal. La vida es el comienzo de un final anunciado. Tiene un alto contenido de vivencias personales. Es muy experimental, difícil para el lector.

Ha sido un auténtico placer hacerte esta pequeña entrevista, Dani. Espero que sigas dándole a las teclas con la misma frecuencia y tener pronto otro trabajo tuyo entre las manos.