Reseña del poemario de Juan Cabezuelo "Aquella noche los poemas escocían como notas de suicidio" por Diego Torres

No soporto mi propia mente”, dijo o pensó el poeta norteamericano Allen Ginsberg en algún momento de su intensa vida. Quizás días antes de un viaje en ácido o mejor aún, escuchando un concierto de jazz con sus amigos de la generación Beat en un apestoso garito de San Francisco. Pero no vamos a hablar del genial poeta creador del “Aullido", sino de Juan Cabezuelo, escritor y poeta nacido en el barcelonés barrio de la Verneda. Aunque no es conocido por el común de los mortales, lo considero un referente en la poesía underground española del siglo XXI. Desde el minimalismo, la sencillez y la crudeza nos transporta a nuestros miedos y sufrimientos cotidianos de una forma profunda y magistral. Los versos de Juan, son fotografías que se congelan en el tiempo y se cristalizan en la parte más recóndita de tu alma.



En los años ochenta, los suburbios de Barcelona estaban dominados por la delincuencia, la prostitución, el tráfico de drogas y la suciedad. Vestigios de la construcción masiva de los años sesenta y el éxodo rural, estos barrios concentraron un hervidero para el sufrimiento, la creatividad y a veces hasta para la transformación. Ese fue el paraje donde creció nuestro autor. Viendo como unos salvajes apalean a una
prostituta sin dientes en la calle y un perro abandonado lame sus lágrimas mezcladas con sangre y rímel barato o como unos yonquis ansiosos atracan una farmacia a punta de navaja. Sin duda, los tiempos han cambiado y el sufrimiento es más sutil, silencioso y delicado, por lo que no se muestra de forma tan tétrica y evidente. Sin embargo, somos esclavos de nuestra seguridad y de nuestros miedos. Nos apegamos a trabajos que odiamos, a personas que no amamos y sobre todo a cosas materiales que no necesitamos. Juan nos habla en sus versos de como miramos hacia otro lado cuando vemos a un vagabundo sucio y harapiento, o de como nuestro estómago se encoge en la ducha por la mañana temprano ante una nueva batalla diaria. Poesía underground española del siglo XXI, visceral, directa, como un disparo en la sien.


Oscuridad,
el sonido de las teclas,
el papel que cruje,
la muerte borrando biografías,
el dolor buscando anagésicos,
el sexo entre paredes silenciosas,
y la noche,
siempre la noche,
como esa vida que nunca avanza.

Cada cual en su habitación supurando karma nos transmite el autor en estos crudos versos. En la sociedad del consumo no hay espacio para la debilidad, la aceptación y el perdón. Somos nuestros propios jueces y nuestra mente el carcelero. Juan, nos alienta a ser mejores personas y a que busquemos un sentido a nuestras vidas y nos avisa de que la muerte nos acecha desde el clamor de las blancas ambulancias o desde el frío metálico que las morgues exhalan. Al fin y al cabo, el miedo primordial que nos paraliza y nos hace vivir como pollos sin cabeza, no es otro que el miedo a la finitud, a la extinción. Por esta razón, escondemos la muerte en sótanos oscuros y fríos o buscamos continuamente el placer como los yonquis del barrio de la Verneda en los años ochenta.
   Y es que la vida es una rosa con espinas, que hay que aceptar, y la injusticia es tan solo una representación de nuestra ignorancia e inconsciencia. Sin más dilaciones, os aconsejo leer esta maravillosa obra de poesía Underground española del siglo XXI. Puede que una sonrisa se esboce en vuestras caras, la sonrisa de saber que somos seres imperfectos, en un mundo imperfecto. Y que sin más remedio tendremos que remar a contracorriente contra nosotros mismos y contra aquellos que construyen una realidad sin sentido y quieren hacernos olvidar nuestra esencia y humanidad.

Diego Torres